La mayor parte del tiempo la gente
vive en los pensamientos de su mente o en la mente subconsciente. Llegan a ser
lo que son sus pensamientos. Experimentan dolor o placer, experimentan enemistad,
celos, orgullo o cualquier otra cosa. Yo no doy ninguna importancia a esta
clase de estado. Cualquiera que sea el pensamiento que aparece en mi mente, no
le doy ningún valor. No me identifico con estos pensamientos. Ni siquiera
pienso que sean míos. Permanezco como testigo de todos los pensamientos que
aparecen en mi mente.
SWAMI MUKTANANDA
En el sendero de la evolución
de la conciencia, la madurez interior y la integración psíquica, la mente puede
ser un gran escollo. De hecho, por lo general lo es. Como durante años no hemos
cultivado, atendido y cuidado la mente, ésta se ha ido dispersando, deteriorando
y neurotizando. La mente ha enfermado, se ha cristalizado, ha entrado en un
circuito viciado de reactividades que se retroalimentan creando confusión,
desorden, insatisfacción y caos. Una mente así genera sufrimiento, tensión,
división y conflicto. Es la mente de la gran mayoría de los seres humanos, que
engendra avidez, ira, celos, envidia, vanidad, agresividad y otras trabas. Esta
mente se nos impone, nos limita, esclaviza y embota. Esta es precisamente la
mente que hay que cambiar, modificar, transformar. Porque:
— La misma mente que es enemiga, puede ser
amiga.
— La misma mente que es un obstáculo, puede
convertirse en aliada.
— La misma mente que ata, es la que libera.
— La misma mente que es un impedimento, es una
preciosa herramienta para la autorrealización.
Todo se vive, se piensa, se
siente y se hace con la mente. Luego, ¡cuan importante es la mente! Pero todo
depende de qué enfoque, alimento y atención concedemos a la mente. Para bien o
para mal, es una energía poderosa. No nos puede extrañar que los antiguos
maestros de Oriente, y especialmente de la India, concibieran y ensayaran
numerosísimos métodos y técnicas para la purificación, control, desarrollo y
expansión de la mente. Hay un adagio que reza:
«Si pierdes la mente, te
conviertes en un loco o en el Divino».
Si pierdes la mente, sin
control; sin voluntad, sin lucidez, porque la mente entra en el caos total y
se extravía, te conviertes en un loco, un esquizofrénico. Pero si pierdes la
mente vieja, con todos sus venenos y obstrucciones, sus adoctrinamientos e
incorrectos enfoques, sus acumulaciones y condicionamientos, te conviertes en
lo Inmenso, lo incondicionado. Hay muchas cosas que desalojar de la mente, para
que pueda sobrevenir el espacio de quietud perfecta y silencio revelador. A
menudo la mente es una pesadilla, un fardo, un cementerio doloroso. Ni
siquiera permite el verdadero sentimiento de amor y compasión. Es una mente
contraída, egocéntrica y falta de creatividad, frescura y vitalidad. Es un
obstáculo en la búsqueda de nosotros mismos y en la búsqueda de los demás. Sobre
esa mente confusa y caótica hay que trabajar. La alquimia se tiene que celebrar
en su escenario. Hay muchas cosas que limpiar en la mente y mucho que drenar en
su subconsciente.
Las enseñanzas y técnicas que
he recogido en esta obra son las de los grandes maestros de Oriente y se han
venido utilizando desde tiempos inmemoriales por los yoguis, budistas y otros
sistemas liberatorios. La iluminación está potencialmente en la propia mente.
De la misma forma que potencialmente todos estamos preparados para aprender un
idioma, practicar un deporte o desarrollar una habilidad, todos podemos
desenvolver nuestra semilla de iluminación si nos aplicamos seriamente a ello.
Habrá que empezar por mudar la mente, convirtiendo su oscuridad en conocimiento
y reorientándola para que deje de perseguir lo aparente y reencuentre lo
esencial. En suma, hay que «recobrar» la mente pura, inocente y sin heridas,
libre y perceptiva, realmente sana y creativa. Entonces desaparecerá el
desasosiego y el desorden y dejaremos de estar a merced de una mente
insatisfecha, hostil y caótica.
Incluimos en esta obra dos
importantes apéndices: uno sobre las enseñanzas del buscador, al que llamamos
guerrero espiritual; y otro que expone algunos relatos indios que reflejan
perfectamente y en pocas palabras la naturaleza de la mente y que ofrecen
significativas pautas para el autodesarrollo.
Recobrando la mente sin trabas
ni impedimentos, recuperaremos un especial sentido para la relación con
nosotros mismos, con la vida y con todas las criaturas sentientes. Debemos
utilizar la mente para progresar interiormente y poder hallar una armonía
interior que nos permitirá vivenciarnos y vivenciar la existencia de una manera
más plena. La mente es la barca de la orilla de la ignorancia a la del
Conocimiento. Si hace agua, naufragaremos en la travesía. Debemos cultivar la
mente como si de una orquídea se tratara.
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