martes, 7 de febrero de 2017

1. Técnicas de unificación de la conciencia y concentración


La conciencia, por lo general, aparece diseminada, dispersa. No sólo está fragmentada, debilitada y contaminada, sino que divaga de un lado para otro. La concentración es la fijación de la mente en un solo soporte con exclusión de todo los demás. Ejercitando la mente en este sentido, se va combatiendo la dispersión y unifican­do la conciencia, con lo que gana en penetración, intensidad y po­der. Del mismo modo que toda fuerza canalizada (calor, agua, luz), adquiere mayor intensidad, lo mismo sucede con la energía mental. Aunque todas las prácticas meditacionales exigen de la concentración y aumentan la capacidad para concentrarse, hay téc­nicas concretas cuya finalidad directa es enseñarle a la mente a con­centrarse, vaciándose de todo para llenarse del soporte de la con­centración; retirándose de todo para enfocarse sobre el objeto de concentración, cualquiera que éste sea. Pero las técnicas de concen­tración no sólo previenen contra la divagación mental y acopian las energías mentales, sino que cultivan la atención, intensifican la ca­pacidad de perceptividad, queman las latencias del subconsciente, reducen las ideaciones, calman el contenido mental y hacen a la mente más poderosa para resistir las influencias nocivas del mundo circundante. Las técnicas de concentración exigen la fijación de la mente en el soporte seleccionado, evitando divagaciones, reflexio­nes o cualquier tipo de análisis. Se trata de representarse mental­mente el objeto de la concentración, pero no de indagar ni reflexio­nar sobre él.
Cualquier soporte es válido para llevar a cabo la concentración de la mente, favoreciéndose así más y más su unidireccionalidad. Los ejercicios, pues, que pueden llevarse a cabo son innumerables. Hacemos referencia a algunos de ellos.
• Concentración sobre una figura geométrica: Elija una figura geométrica (cuadrado, círculo, rectángulo, etcétera) y represéntesela mentalmente. Si no logra visualizar, no importa, con tal que man­tenga la mente fija en ella. No cambie de figura geométrica durante los minutos que conceda al ejercicio. Cada vez que la mente se vaya, agárrela con firmeza y retenga la figura geométrica seleccionada.
• Concentración sobre varias figuras geométricas: Puede selec­cionar varias figuras geométricas y representárselas. Por ejemplo, un triángulo dentro de un círculo o un rombo dentro de un círculo dentro de un triángulo.
• Concentración sobre colores: Elija un color y mantenga la mente fija en él. Puede empezar por su color preferido y así el ejer­cicio le será más fácil.
• Concentración sobre figuras geométricas y colores: Puede ele­gir una figura geométrica y situarla sobre un fondo de color, por ejemplo un círculo sobre un fondo azul o un triángulo sobre un fondo negro. También puede concentrarse en círculos o discos de color: un disco azul, rojo, amarillo, etcétera.
• Concentración sobre el entrecejo: Ésta es una técnica de con­centración muy antigua y útil. Dirija la atención mental al entrece­jo y trate de mantenerla allí con tanta firmeza como pueda. Cada vez que la mente se vaya y la descubra, agárrela y condúzcala de nuevo a la zona indicada. Si aparece (pero no la imagine) una sen­sación en el entrecejo, céntrese en ella más y más. Si no aparece, no importa; continúe con la mente canalizada hacia el entrecejo, evitando, en lo posible, las divagaciones.
• Concentración sobre un punto luminoso a la altura del entre­cejo: Represéntese un punto luminoso a la altura de entrecejo y ponga toda su atención en el mismo, evitando, en lo posible, dis­tracciones.
• Concentración en un punto sobre un fondo blanco: Dibuje un punto negro sobre una cartulina blanca y colóquela ante usted. Mire con fijeza el punto y concéntrese visualmente en él durante un par de minutos o tres. Cierre los ojos y represéntese el punto negro mentalmente, recuperándolo cada vez que la mente se dis­perse.
• Visualización y concentración sobre la llama de una vela: Co­loque una vela encendida a unos treinta o cuarenta centímetros de sus ojos. Parpadeando lo menos posible, pero sin forzarse en exce­so, observe fijamente la llama de la vela, evitando distracciones y quedando absorto en la misma. Proceda así durante tres minutos aproximadamente y luego cierre los ojos y presione levemente los ojos con la parte superior de las palmas de las manos. Al presentar­se la imagen retenida en la retina, obsérvela tan atentamente como pueda y cuando se pierda, trate una y otra vez de recuperarla. Cuando se haya perdido por completo, repita de nuevo el ejercicio: mire unos minutos la llama de la vela y luego cierre los ojos y con­céntrese en la imagen que aparece. Cuando uno se ha entrenado lo suficiente en esta técnica, puede complicarse tratando de colorear a voluntad la imagen que permanece y tratando de acercarla y ale­jarla en el campo visual interno.
• Concentración en un área del cuerpo: Se selecciona una zona del cuerpo y se mantiene la mente fija en ella tan atentamente como sea posible. Cada vez que la mente se escape y uno lo descu­bra, se la atrapa y se la lleva a la zona seleccionada.
• Concentración en una sensación: Se elige una sensación táctil y se concentra la mente sobre ella, tan firme e intensamente como sea posible, retrotrayéndola a la sensación seleccionada siempre que se escape de la misma.
• Concentración sobre un fondo negro: Los ojos cerrados, la luz débil, concéntrese en un fondo negro y vaya oscureciendo el entupo visual interno tanto corno le sea posible. Se trata de ir tiñendo de ­negro el campo visual interno; a este importante ejercicio de reabsorción de los pensamientos se le ha llamado «la noche mental». Si lo requiere, puede servirse de un soporte para llevar a cabo el ejerci­cio: un velo negro, el espacio negro, el firmamento en la noche, una pizarra o encerado.
• Concentración sobre la luminosidad: Concéntrese en un des­tello o nube de luz blanca, pura, refulgente, que absorbe toda su mente.
• Concentración sobre la transparencia: Trate de ir absorbiendo su mente en la imagen o idea de transparencia. Puede servirse de un soporte mental como una barra de hielo, el espacio vacuo, una plancha de cristal o similar.
• Concentración en una flor: Seleccione una flor y represéntese­la mentalmente con tanta fidelidad como le sea posible. Puede co­menzar por cualquiera de los ejercicios de concentración; puede efectuarlos de diez a quince minutos.



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