Existen numerosas técnicas
para ir suprimiendo las ideaciones de la mente, retrayéndose de los órganos
sensoriales y absorbiéndose en la quietud total y el perfecto silencio
interior. Algunas de las técnicas más fiables y antiguas son las que
incluimos.
a) La meditación del silencio
Adopte la postura de
meditación seleccionada. En primer lugar tome conciencia de su cuerpo y
aflójelo tanto como le sea posible. Conviértase en testigo de su propio
cuerpo, pero manteniéndose inafectado y sereno. Después sienta la respiración,
contémplela con profunda calma, observando cómo va y viene. Usted es el
testigo impávido y calmo de su cuerpo y de su respiración; el espectador
imperturbable y sereno. Siéntase más y más flojo, tranquilo, espectador atento
y desapasionado, testigo siempre inafectado.
Sea también testigo de su
mente. En su espacio mental los pensamientos se despliegan, vienen y van, pero
usted los observa desde la calma profunda e imperturbada, sin dejarse implicar,
ni arrastrar, ni distraer. Es usted el apacible testigo imperturbado del cuerpo,
la respiración y la mente, pero más allá del cuerpo, la respiración y la
mente. Nada le perturba.
Ahora retrotráigase, enfóquese
hacia adentro, desconéctese de la vida cotidiana y no preste atención a la
dinámica sensorial. Aflójese hacia adentro, abandónese a su interioridad. No
combata contra los pensamientos, sino que vaya retirándoles todo su interés,
energía y atención, que debe poner hacia adentro. Sitúese en la fuente de los
pensamientos, aflójese e interiorícese más y más, quedando cada vez más
absorto en su propia presencia de ser, interiorizado, cultivando y recreando
un estado de profunda quietud y silencio interno. No deje que los
pensamientos, con su fuerza centrífuga, le saquen. No se exteriorice. Entre más
y más en usted mismo, sintiéndose en lo profundo, deleitando un estado de
silencio y quietud, en su propio proceso de ser y existir, más allá del cuerpo
y la mente.
Este ejercicio puede
efectuarse de veinte minutos en adelante.
b) La observación de los
espacios en blanco en la mente
Enfóquese sobre su espacio
mental. Tome conciencia de los pensamientos que surgen y se desvanecen, pero
sobre todo trate de percibir los intervalos en blanco, los espacios, por
cortos que sean, entre los pensamientos. Quizá sean muy fugaces, pero trate de
captarlos y de prolongarlos tanto como le sea posible.
c) La mirada en el infinito
Tratando de parpadear lo menos
posible, pero sin esfuerzos excesivos, pierda la mirada en el infinito, sin
prestarle ninguna atención a los procesos mentales que puedan presentarse e
ignorándolos por completo, pero no esforzándose en rechazarlos ni combatirlos.
Déjese llevar por la mirada en el infinito, la respiración tranquila, la
musculatura relajada al máximo. Paulatinamente el espacio mental se irá
aquietando y vaciando. Deléitese en el estado y sensación de calma profunda,
tranquilidad mental, vaciamiento.
d) Cortar de raíz los
pensamientos
Permanezca muy atento, alerta,
perceptivo. Enfoque la atención sobre el espacio mental. No le haga el juego a
los pensamientos, no se deje pensar ni llevar por ellos, no se someta a las
ideaciones mecánicas, sino que trate de erradicar el pensamiento en cuanto
surja, córtelo en su misma raíz, niéguese a seguirle el curso. No importa que
al cortar un pensamiento de raíz surja otro que también deberá cortar. No ceje
en el empeño. Persevere. Permanezca en la energía del observador y guillotine
cada pensamiento que brote, evitando sobre todo que forme un río de ideaciones.
5) Técnicas de meditación
analítica
En este tipo de meditación se
utiliza el pensamiento, pero no el pensamiento mecánico, repetitivo, cargado de
parcialidad y perturbación, sino un pensamiento claro, lúcido, escueto,
ordenado y controlado. Es el difícil arte de pensar, en lugar de ser pensado
por los mecánicos pensamientos. El practicante debe utilizar el pensamiento
bien dirigido, subyugado, directo, escueto, lúcido, libre de interpretaciones
personalistas y autorreferencias. Es difícil para la gran mayoría de los seres
humanos en tanto la mente no ha sido ordenada con otros ejercicios
meditacionales. Estos ejercicios consisten en pensar y discurrir lúcida y
conscientemente sobre el tema seleccionado. Referimos algunos temas de gran
interés para el crecimiento interior y la evolución consciente.
a) El gran valor del
nacimiento humano y la fortuna de haber sabido de la Enseñanza
Se reflexiona lúcidamente
sobre los siguientes puntos:
• El valor del nacimiento
humano, ya que así se cuenta con unas potencialidades anímicas y una conciencia
para ser desarrolladas y poder alcanzar la iluminación. Uno tiene en sus
propias manos el poner las condiciones para crecer interiormente y desarrollar
factores de iluminación e ir completando el camino de realización.
• La fortuna de que ha habido
grandes seres realizados y por tanto dispone de una Enseñanza fiable; y tiene
la gran fortuna de encontrarla y poder aplicarla.
• Ya que uno ha tenido
nacimiento humano y ha tenido la gran fortuna de hallar la Enseñanza, hay que
darle prioridad total a la búsqueda interna y aprovechar para seguir un camino
de realización y recobrar la mente de sabiduría e iluminación.
b) La muerte
Se reflexiona sobre los
siguientes puntos:
• La muerte es segura y
alcanza a todos los seres semientes, porque todo lo constituido y compuesto
tiende a desaparecer.
• La muerte es imprevisible y
puede suceder en cualquier momento, lugar o circunstancia, a cualquier edad.
• La muerte es siempre hoy,
porque el día que se produzca no será mañana sino hoy.
• La muerte es irreparable y
definitiva.
• La muerte es siempre un acto
en solitario; es la propia muerte y ahí sí que nadie puede compartir o
ayudarnos.
• Por tanto, hay que
aprovechar la vida que, es corta, y distinguir entre lo esencial y lo trivial,
lo prioritario y lo accesorio, lo importante y lo mezquino, evitando apegos
bobos y ñoños estados de ánimo, valorando mucho más a los seres humanos y a los
seres queridos, que podemos perderlos o nos pueden perder en cada momento;
propiciando compasión y amor, y no llenando la vida de censuras, enredos, actos
despiadados y necedades.
c) Lo necesario y bello del
amor, la benevolencia, la compasión, la ecuanimidad y las emociones puras que,
cultivadas por todos, cambiarían la faz del mundo
6. La meditación sobre mantras
No hay sonido más sutil que el
original sonido cósmico, denominado en la India «Sabda» y del que parten todos
los sonidos, desde los más sutiles a los más burdos, desde la primera pulsación
vibración ultrasutil hasta la palabra. Un mantra es un fonema místico que se
utiliza para su recitación mental, semiverbal o verbal, a fin de cultivar la
atención mental, unificar la conciencia, despertar energías aletargadas y
estimular el sentimiento de cosmicidad.
Mediante el mantra, el
meditador concentra la mente y se identifica emocional y mentalmente con
aquello que el mantra designa. La recitación tiene que ser muy atenta, pues de
otro modo la repetición mántrica se hace mecánica y se torna una adormidera.
Hay que combinar, pues, la atenta recitación mántrica con el sentimiento de
aquello que el mantra designa. Aunque hay innumerables mantras, el meditador
suele servirse de mantras que desarrollen su sentimiento oceánico, el
acrecentamiento y expansión de su conciencia, el retorno a su fuente o el
establecimiento en su propia naturaleza real, aquella que es a la vez personal
y transpersonal.
Cuando surgió el universo,
emanó el sonido. El universo es vibración y no hay vibración que no genere
sonido. Toda forma de vida provoca un modo de vibración de lo más sutil a lo
más tosco. El sonido primordial es el sustratum de vibración de todo el universo.
El mantra se utiliza como puente hacia la supraconciencia, hacia una percepción
de orden superior, más allá de la mente dual. Concentrando la mente en el
mantra, se estimulan determinadas energías latentes, se liberan nudos
energéticos, se unifican las potencias de la mente, se reacondiciona
positivamente el subconsciente, se estimula la emoción positiva y se dispone
la mente hacia una apertura en lo inmenso. El mantra es un instrumento
liberatorio, un soporte del cultivo de la atención. Mediante la recitación
mántrica lúcida y consciente, la mente se va desprendiendo de los objetos externos
y se retrotrae sobre sí misma, conectando con la realidad más íntima, saturando
la conciencia con su significado, combatiendo la dispersión mental y enfocando
al meditador sobre su espacio interior. En todas las tradiciones se ha
utilizado el mantra, que debe ser recitado correctamente y, sobre todo,
acompañado de genuina motivación. No cabe duda de que la eficacia de la
recitación mántrica será tanto mayor cuanto mayor sea la purificación de la
mente, la intencionalidad mística, la genuina aspiración, la firme resolución
y la constancia en dicha recitación. El mantra también tiene una función de
higienización mental y, atentamente recitado, penetra hasta las más profundas
esferas del órgano psicomental, reorientando las energías emocionales hacia lo
incondicionado. Así el mantra ayuda a drenar el subconsciente y a que el meditador
se desplace de la mente caótica y superficial a la mente silente y profunda.
Hay que recitar el mantra con actitud yóguica, con sincera motivación. La
vibración mántrica va alcanzando el contenido mental, la psiquis e incluso
todas las células del cuerpo. El mantra dispone de una capacidad
transformadora, y deja impresiones y latencias positivas en la sustancia
mental. Además, la recitación mántrica serena, tranquiliza. El mantra limpia
las impurezas de la mente, filtra impresiones positivas al subconsciente,
estimula la capacidad concentrativa, favorece la interiorización. El mantra
tiene también el poder que uno quiera procurarle, el sentido que uno quiera proporcionarle.
El mantra hay que revitalizarlo y energetizarlo mediante la asidua recitación.
Así el mantra se torna un signo meditacional para reconectar con nuestro ángulo
de quietud y estimular nuestro elemento vigílico. Existen numerosas modalidades
de mantras, según sus sílabas y aquello que designan, incluso según su
propósito. Aunque se pueden utilizar diferentes mantras, el meditador que sea
proclive a la recitación mántrica debe poner su énfasis en uno de ellos. En
meditación utilizamos mantras que hacen referencia a lo Incondicionado, que
designan lo Indefinible. El mantra deja su semilla en la mente profunda, y con
la recitación esta semilla va germinando y desparramando su esencia por todo el
órgano psicomental. El mantra se torna vehículo hacia nuestro núcleo
ontológico, recordatorio de nuestro espacio transpersonal. El mantra es por
igual energía y sentimiento y va consiguiendo para la mente un estado especial
de captación suprarracional.
Los mantras vibran en
determinadas longitudes de ondas que afinan la conciencia y limpian la mente.
Estas vibraciones que emanan del mantra se propagan por el cuerpo y la
psiquis. El mantra es medio de acrecentamiento de la conciencia y recuperación
de estadios más elevados de la misma. Los mantras utilizados para la
meditación deben conectar la mente con el poder nuclear, el uno sin dos, lo
incondicionado. La ciencia del mantra es muy vasta. Es el denominado mantra
yoga o yoga del sonido. Aquellos que quieran profundizar más en el tema pueden
consultar mi obra Los yogas esotéricos, que incluye un soberbio trabajo del
médico y psicoanalista Augusto Colmenares.
Haremos referencia a los
principales mantras para la meditación. La recitación, como hemos indicado,
puede ser verbal, semiverbal o mental. La mental es la más poderosa, pero a
veces la verbal es la más sencilla y la que más atrapa la mente dispersa. El
practicante puede optar por uno u otro método o combinarlos.
OM
Om es la vibración cósmica, el
sonido de la energía universal que todo lo penetra, la sílaba mística con la
que se designa al sustratum cósmico, la Totalidad, y que se halla desde lo más
sutil a lo más burdo, desde lo más inmenso a lo más infinitesimal, incluso en
los elementos subatómicos más minúsculos. Es el mantra de lo Inefable, de lo
Incondicionado. Evoca el Cosmos, la energía toda, y para los creyentes el
Divino, la Mente Única, el Tao. Se puede recitar de muchas maneras; exponemos
algunas de las más destacadas:
• Adoptada la postura
meditacional, pase el aire por la nariz. Al inhalar, repita en la mente,
alargándolo, OMMMM; al exhalar, repita en la mente, alargándolo, OMMMM. Así se
recita, alargándolo, una vez el mantra Om por cada inhalación y una por cada
exhalación, enfocando la mente allí donde el mantra brota y tratando de evocar
su carácter de cosmicidad y plenitud, expandiendo la conciencia. Paulatinamente,
el mantra se va adhiriendo a la mente y penetrando hasta lo más íntimo. También
puede hacerse esta recitación sin acomodarla a la respiración, repitiendo el
mantra cada uno con el ritmo y frecuencia que más convenga, pero siempre con
suma atención y evocando aquello que representa.
Se puede efectuar la
recitación del mantra Om, propagando su vibración por los distintos centros de
energía (base de la espina dorsal, boca del estómago, corazón, entrecejo y
otros) o por todo el cuerpo. También se puede hacer su recitación, visualizando
el fonema como luz blanca y radiante, y asociándolo con la inhalación y la
exhalación.
HAM SA
Es el sonido de la
respiración, el mantra del proceso de inhalación y de exhalación, el manirá
natural y espontáneo que todos los seres que respiran efectúan. Se procede de
la siguiente manera: Al inhalar, repita mentalmente, alargándolo, HAM. Al
exhalar, repita mentalmente, alargándolo, SA Siga con mucha atención el proceso
de inhalación y de exhalación, pero enfatice su atención al máximo en tratar
de captar el momento en el que HAM (inhalación) se funde con SA (exhalación) y
en el instante en que SA (exhalación) se funde con HAM (inhalación). Esa
fracción de segundo debe ser captada con plena atención. Paulatinamente, la
recitación del mantra se hará más sutil, llegando un momento en que no es
necesario recitar directamente el HAM SA, sino que él se recita y se hace
escuchar. Interiorícese tanto como pueda.
OM NAMAH SHlVAIA
Es el mantra para invocar
evocar convocar a la propia naturaleza real, aquella que es como un espacio
abierto y transpersonal más allá de toda actitud egocéntrica o
autorreferencial. Es el mantra más repetido en la India desde la noche de los
tiempos e invoca el poder nuclear o naturaleza de iluminación —el maestro—
existente en todo ser humano. Al recitarlo, hay que interiorizarse tanto como
sea posible, viajar al fondo de la mente, situarse en la raíz del pensamiento.
Se puede asociar o no a la respiración, según se prefiera. Si se asocia a la
respiración, se recita una vez con cada inhalación y una vez con cada
exhalación.
Con los mantras expuestos es
posible trabajar muy bien en la meditación pues son palabras místicas (cargadas
de energía, ya arquetípicas), pero la persona que quiera bucear y explorar en
otros mantras puede recurrir, como ya he indicado, a mi obra Los yogas
esotéricos, donde también se exponen los denominadas bija mantras o simientes
de los mantras, así como mantras a la energía divina y Shakti y otros mantras
de poder, tanto hindúes como tibetanos.
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