El Jardín es un símbolo de la mente. Si cuidas de tu mente, si la nutres y la cultivas como si fuera un fértil jardín, florecerá mas allá de tus expectativas. Pero si dejas que la maleza arraigue, nunca podrás alcanzar la paz de espíritu y la armonía interna.
Los buenos jardineros guardan sus posesiones como soldados orgullosos, y procuran que nada pueda contaminar sus plantaciones. Pero fíjate en los residuos tóxicos que la mayoría de la gente mete en el fértil jardín de su mente, y eso un día tras otro; preocupaciones, ansiedades, la nostalgia del pasado, los cálculos sobre el futuro y los miedos que ellos mismos alimentan y que pueden destrozar el mundo interior de cualquier persona.
La preocupación priva a la mente de gran parte de su poder y, antes o después, acaba dañando el alma. Para vivir una vida de máxima plenitud hay que montar guardia y dejar que entre en tu jardín sólo la información más selecta. No puedes permitirte el lujo de un pensamiento negativo, ni uno solo. Las personas más alegres, dinámicas y satisfechas de este mundo no difieren mucho de ti o de mí. Todos estamos hechos de carne y hueso. Todos venimos dela misma fuente universal. Sin embargo los que hacen algo más que existir, los que azuzan las llamas de su potencial humano y saborean la danza mágica de la vida sí hacen cosas distintas de los que viven una vida corriente. Y la más destacada de ellas es que adoptan un paradigma positivo acerca de su mundo y cuanto hay en él.
En un día normal, la persona normal tiene unos setenta mil pensamientos y el 99% de los mismos es exactamente igual que el día anterior.La gente que piensa lo mismo todos los días, cosas negativas en su mayoría, han caído en malos hábitos mentales. En vez de concentrarse en las cosas buenas y pensar en cómo hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos pasados. Unos se preocupan de fracasos sociales o problemas financieros. Otros se lamentan de sus infancias.
Otros, en fin, se preocupan de asuntos más insignificantes: el modo en que un dependiente los ha tratado o el comentario malicioso de un compañero de trabajo. De ese modo permiten que las preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; están bloqueando el enorme potencial de la mente para aportar todo lo que ellos quieran, emocional, física y espiritualmente. Estas personas no se dan cuenta de que administrar la mente es administrar la vida.
La manera de pensar depende del hábito, así de simple. En general la gente no se percata del enorme poder de la mente. Incluso los mas dotados pensadores utilizan sólo una centésima parte de sus reservas mentales. El dominio mental se logra con entrenamiento, ni más ni menos. Casi todos tenemos las mismas materias primas y lo que separa a los que consiguen más cosas o a los que son más felices es el modo en que emplean y refinan esos materiales. Cuando te dedicas a transformar tu mundo interior, tu vida pasa rápidamente del reino de lo ordinario a de lo extraordinario.
Sólo hay una cosa sobre la que tenemos dominio absoluto "nuestras mentes" pues todos tenemos el poder de determinar en que cosa vamos a pensar en un momento dado. Esta capacidad es parte de lo que nos define como humanos.
No existe lo que llamamos realidad objetiva o "mundo real". No existen los absolutos. El rostro de tu peor enemigo puede ser el de mi mejor amigo. Algo que parece una tragedia para alguien puede contener la semilla de una magnífica oportunidad para otro. Lo que separa de veras a las personas alegres u optimistas de las que están sumidas en la desdicha es la forma de interpretar y procesar las circunstancias de la vida.
No importa lo que te ocurra en la vida, por que tienes la capacidad de elegir tu reacción. Cuándo consigas arraigar el hábito de buscar lo positivo en cada circunstancia, tu vida pasará a sus dimensiones superiores. Es una de las más importante leyes naturales.
Todo éxito, ya sea material o espiritual empieza en los pensamientos que cada uno introduce en su mente cada segundo de cada minuto de cada día de la vida. El mundo exterior refleja el estado del mundo interior. Controlando los pensamientos y la manera de reaccionar a los acontecimientos de la vida, uno empieza a controlar su destino.
"No ha errores en la vida solo lecciones. No existe una experiencia negativa, sino solo oportunidades que hay que aprovechar para avanzar por el camino del autodominio. De la lucha surge la fuerza. Incluso el dolor puede ser muy buen maestro".