Para
dominar el arte de marcarse y conseguir objetivos hay que empezar por cosas
pequeñas. Es más, ejercitarse en lograr pequeñas hazañas te prepara para
abordar las grandes.
No hay nada malo en proyectar una serie de pequeños
objetivos mientras uno planifica los más importantes. Fórmate una clara imagen
mental del resultado. Cuánto más clara es la imagen mental, más efectivo sería
el proceso.
La mente es una verdadera mina de poder y que este simple imaginar
mi objetivo abriría las puertas para la consecución de mi deseo. Y sométete a
ti mismo a presiones positivas.
La
razón principal de que la gente no persevere en la cosa que se propone es que
es muy fácil caer en los viejos hábitos. La presión no es siempre algo malo.
Puede inspirarte para alcanzar grandes cosas.
La gente suele conseguir cosas importantes cuando está entre la espada y
la pared y se la obliga a echar mano del potencial que lleva en su interior.
Una
de las maneras de crear presión es el compromiso público. Has pública tu meta,
veras que la presión te obliga a trabajar en la dirección fijada, pues nadie le
gusta parecer un fracasado.
Si entrenas a tu mente para que asocie el placer
con los buenos hábitos y el castigo con los malos, tus flaquezas caerán muy
pronto. Recuerda que un objetivo no es tal si no lo anotas por escrito.
1.-
Tener una visión clara del resultado.
2.-
Crear una presión positiva que te sirva de inspiración.
3.-
Nunca te marques una meta sin fijar un plazo muy preciso.
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