Esto
va para todos aquellos que estén buscando una orientación. Vivimos en un mundo
atribulado. Lo negativo lo invade todo y en nuestra sociedad muchas personas
flotan como barcos sin timón, almas cansadas en busca de un faro que les impida
estrellarse contra las rocas de la costa.
Lo
hermoso de este ejercicio es que mientras te afanas en mejorar las vidas de
otras personas, la tuya propia se eleva a las más altas dimensiones. Es una
verdad basada en un viejo paradigma para una vida extraordinaria.
Es
una regla muy sencilla: el que más sirve más cosecha, emocional, física, mental
y espiritualmente. Este es el camino hacia la paz interior y la realización
exterior. La gente que estudia a los demás es sabia y la que se estudia a sí
mismo es esclarecida. La mente es como un fértil jardín y para que florezca,
debes nutrirla cada día. No permitas que la mala hierba de los pensamientos y
los actos impuros invada ese jardín. Monta guardia en las puertas de tu mente.
Mantenla en forma: si tú se lo permites, ella te dará frutos maravillosos.
El
propósito de la vida es una vida con propósito. Los verdaderamente esclarecidos
saben lo que quieren obtener de la vida, emocional, material, física y
espiritualmente. Definir claramente tus prioridades en cada aspecto de tu vida.
Y te ofrecerá orientación y refugio cuando la mar se vuelva brava. Cualquiera
puede revolucionar su vida si primero revoluciona la dirección hacia la que se
mueve. Pero si no sabes siquiera adónde vas, ¿cómo saber si has llegado?
La
vida es extraña. Cabría pensar que cuanto menos trabaja uno más posibilidades
tiene de experimentar la felicidad. Sin embargo la verdadera fuente de la
felicidad, puede concretarse en una palabra: realización.
La
felicidad duradera se consigue trabajando constantemente para alcanzar tus
objetivos y avanzar en la dirección que te has fijado. No hay otro secreto para
atizar el fuego que tienes agazapado dentro de ti.
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