sábado, 11 de julio de 2015

Evidencias del ámbito virtual

El ámbito virtual no es producto de la imaginación ni del anhelo de una fuerza universal más grande
que nosotros. Aunque los filósofos han discutido y debatido la existencia del espíritu durante miles de
años, no fue sino hasta el siglo XX que la ciencia pudo ofrecer pruebas de la existencia de la
inteligencia no circunscrita. Aunque la siguiente disertación es algo compleja, si la lees completa
estoy seguro de que tendrás la misma sensación de maravilla y emoción que sentí cuando supe de
esta investigación.
Tal como aprendimos en la clase de ciencias, el Universo está formado tanto de partículas
sólidas como de ondas. Nos enseñaron que las partículas eran los componentes básicos de todos los
objetos sólidos del mundo. Por ejemplo, aprendimos que las unidades más pequeñas de materia —
como los electrones del átomo—, eran partículas. Asimismo, nos enseñaron que las ondas como las
del sonido o la luz no eran sólidas. No había confusión entre las dos; las partículas eran partículas y
las ondas, ondas.
Lo que los físicos descubrieron, posteriormente, es que una partícula subatómica es parte de
lo que se conoce como paquete de onda. Aunque las ondas de energía normalmente son continuas,
con cimas y depresiones separadas uniformemente, un paquete de onda es una concentración de
energía.
(Imagina una pequeña pelota de estática con cimas y depresiones rápidas y marcadas que
representan la amplitud de la onda.)

Hay dos preguntas que podemos formular sobre la partícula de este paquete de onda: 1)
¿dónde está?, y 2) ¿cuál es su velocidad? Los físicos descubrieron que podemos hacer una de estas
preguntas, pero no ambas. Por ejemplo, cuando preguntamos dónde está y circunscribimos una
onda-partícula aun lugar, entonces se convierte en una partícula. Si preguntamos cuál es su
velocidad, hemos decidido que el movimiento es el factor más importante y por tanto estamos
hablando de una onda.
De esta manera, de lo que estamos hablando, la onda-partícula ¿es una partícula o una onda?
Depende de cuál de las dos preguntas formulemos. En cualquier momento, esa onda-partícula puede
ser una partícula o bien una onda, pues no podemos conocer su ubicación y su velocidad al mismo
tiempo. De hecho, mientras no midamos su emplazamiento o su velocidad, es partícula y onda al
mismo tiempo. A esto se le conoce como principio de incertidumbre de Heisenberg; se trata de uno
de los conceptos básicos de la física moderna.

Imagina una caja cerrada con una onda-partícula en su interior. Su identidad definitiva no está
determinada hasta que se le observa o mide de alguna forma. En el momento previo a la
observación, su identidad es potencial puro. Es tanto una onda como una partícula y existe sólo en el
ámbito virtual. Después de que tiene lugar la observación o la medición, el potencial se desploma y se
convierte en una entidad única, una partícula o una onda. Dado que normalmente evaluamos el
mundo a través de los sentidos, la idea de que algo puede existir en más de un estado a la vez, se
opone totalmente a lo que nos dice nuestra intuición, pero esa es la magia del mundo cuántico. Un
famoso experimento de pensamiento creado por el físico Erwin Shroedinger muestra los extraños
acontecimientos que son posibles gracias a la física cuántica. Imagina que tienes una caja cerrada
que contiene una onda-partícula, un gato, una palanca y un recipiente con la tapa suelta de comida
para gato. Si la onda-partícula se convirtiera en partícula, pondría en acción la palanca, ésta
levantaría la tapa del recipiente de comida y el gato comería. Si la onda-partícula se convirtiera en
onda, la tapa permanecería en el recipiente. Si abriéramos la caja (y por tanto hiciéramos una
observación), veríamos un recipiente vacío (y un gato feliz), o un recipiente lleno (y un gato
hambriento). Todo depende del tipo de observación que hagamos. Pero ésta es la parte que deja a la
mente atónita: antes de que veamos dentro de la caja y hagamos una observación, el recipiente está
vado y lleno, y el gato está simultáneamente satisfecho y hambriento. En ese momento, ambas
posibilidades existen al mismo tiempo. La observación es la que convierte la posibilidad en realidad.
Por increíble que suene, recientemente, los físicos realizaron un experimento que probó este
fenómeno: demostraron que un átomo cargado y no observado de berilio ¡era capaz de estar en dos
lugares al mismo tiempo!

Quizá lo más difícil de creer es la noción de que dos lugares distintos puede ser producto de la
percepción. En otras palabras, dos sucesos correlacionados y en dos lugares diferentes pueden ser,
de hecho, los movimientos de un solo suceso. Imagina que hay un pez en una pecera y que dos
cámaras de video están grabando sus movimientos. Las dos cámaras se ubican en ángulo recto y
proyectan sus imágenes respectivas en dos pantallas distintas, que están en otra habitación. Tú estás
sentado en esta habitación mirándolas. Observas dos peces diferentes y te sorprende que el
comportamiento de uno se correlaciona inmediatamente con el del otro. Por supuesto, tú no sabes
qué está pasando detrás de las cámaras. Si lo supieras, verías que se trata de un sólo pez. Si
colocáramos muchas cámaras en ángulos distintos y proyectáramos sus imágenes en diferentes
pantallas en la misma habitación, te sorprendería la correlación de los diferentes peces al instante.
Los grandes visionarios de las tradiciones místicas sugieren que lo que experimentamos todos
los días es una realidad proyectada, en la que los acontecimientos y las cosas sólo están separadas
en el tiempo y el espacio, de manera aparente. En el reino más profundo, todos somos miembros del
mismo cuerpo y cuando una parte del cuerpo se mueve, todas las demás son afectadas al instante.
Los científicos también proponen un nivel de existencia llamado hiperespacio octodimensional
de Minkowsky. En esta dimensión, concebida matemáticamente, la distancia entre dos sucesos, sin
importar cuan distantes puedan parecer en el espacio y el tiempo, siempre es igual a cero. A su vez,
esto sugiere una dimensión de existencia en la que todos somos inseparablemente uno. La
separación puede ser sólo una ilusión. El enamoramiento en cualquiera de sus formas tiene la
capacidad de empezar a destruir esa ilusión.
Como la observación es la clave para definir a la onda-partícula como una sola entidad, Niels
Bohr y otros físicos creyeron que la conciencia era la única responsable de la mutación de la ondapartícula.
Por tanto, puede decirse que sin conciencia nada estaría definido, todo existiría sólo como
paquetes de energía potenciales o potencial puro.
Éste es uno de los puntos clave de este libro. Permíteme repetirlo porque es muy importante:
Sin la conciencia como observadora e intérprete, todo existiría sólo como potencial puro. Ese
potencial puro es el ámbito virtual, el tercer nivel de existencia. No está circunscrito; es inagotable,
infinito y abarca todas las cosas. La utilización de ese potencial es lo que nos permite hacer milagros.
Milagros no es una palabra suficientemente elocuente. Permíteme volver a la física para describir
cómo la ciencia ha documentado algunos de los asombrosos . hechos que pueden ocurrir desde
este nivel de potencial.

Intrigado e inquieto por las posibilidades abiertas por la física cuántica, Albert Einstein diseñó
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su propio experimento mental: imagina dos ondas-partículas idénticas que son disparadas en
direcciones opuestas. ¿Qué ocurre si preguntamos sobre la ubicación de la onda-partícula A y sobre
la velocidad de la onda-partícula B? Recuerda: ambas son idénticas, por lo que cualquier cálculo que
se haga sobre una, será válido para la otra, por definición. El conocimiento de la ubicación de la
onda-partícula A (que por lo tanto se ha convertido en partícula) nos indica simultáneamente la
ubicación de la onda-partícula B, que por lo mismo se convierte también en partícula.
Las consecuencias de este experimento mental, que se ha verificado matemática y
experimentalmente, son enormes. Si la observación de la onda-partícula A afecta a la onda-partícula
B, entonces hay una conexión o comunicación no circunscrita en la que se intercambia información a
una velocidad mayor que la de la luz, sin el intercambio de energía. Esto se opone totalmente al
sentido común. A este experimento mental se le conoce como paradoja Einstein-Podolsky-Rosen.
Los experimentos de laboratorio han demostrado que las leyes de la física cuántica son válidas y que
la comunicación o conexión no circunscrita es una realidad.
Permíteme intentar ilustrar la magnitud de este punto con un ejemplo que es un poco
exagerado, pero que tiene lugar en el mundo físico, por lo que sus efectos son más fáciles de
concebir. Imagina que una empresa envía simultáneamente dos paquetes idénticos, uno a mi
domicilio en California y otro a tu casa. En cada una de las cajas hay una onda-partícula
correlacionada y no observada: potencial puro. Tú y yo recibimos y abrimos los paquetes
exactamente al mismo tiempo. Justo antes de cortar la cinta y abrir las tapas, yo creo una imagen
mental de lo que quiero que contenga la caja. Cuando la abro, descubro que contiene justo lo que
imaginé: un violín. Pero ésa es sólo la mitad del milagro. Cuando tú abres tu caja, ¡también contiene
un violín! Cuando yo imaginé lo que quería que contuviera la caja, las ondas-partículas adoptaron una
forma específica, y mi imaginación afectó la onda-partícula dé tu paquete. Podríamos repetir este
experimento una y otra vez, y siempre obtendríamos el mismo resultado: 16 que yo imaginara para mí
sería igualado para ti en ese preciso instante. Y no sólo puedo influir en la forma de un grupo de
ondas-partículas, sino que, de alguna manera, éstas son capaces de comunicar a través de la
distancia entre mi casa y la tuya, la forma que están tomando a una velocidad mayor que la de la luz.
A esto se refiere la comunicación o correlación no circunscrita.

En una prolongación de esta investigación, también se demostró la existencia de la comunicación no
circunscrita en las personas. En el famoso experimento Grinberg-Zylberbaum, publicado en 1987, los
científicos utilizaron un aparato llamado electroencefalógrafo para medir las ondas cerebrales de
parejas que meditaban juntas. Descubrieron que algunas parejas mostraban una fuerte correlación
entre sus patrones de ondas cerebrales, lo que sugería un estrecho vínculo o relación mental. Estas
personas podían identificar, cuando se percibían en comunicación directa con la otra, información que
era confirmada por las máquinas que medían sus ondas cerebrales. A estas parejas estrechamente
vinculadas se les pidió que meditaran juntas, una al lado de la otra, durante veinte minutos.
Después, una de ellas se trasladaba a otra habitación, cerrada y aislada. Una vez ubicadas,
cada una en una habitación distinta, se les pidió que intentaran establecer comunicación directa con
la otra. La persona que había sido trasladada era estimulada en su habitación con brillantes destellos
de luz, que causaban en sus ondas cerebrales pequeños picos llamados potenciales provocados.
Pero lo fascinante de este experimento es que la persona que no estaba expuesta a la luz, también
mostraba pequeños picos en sus ondas cerebrales que correspondían a los potenciales provocados
de la que estaba expuesta a los destellos. Así pues, estas dos personas estaban conectadas en un
nivel profundo por medio de la meditación, y esa conexión provocaba reacciones físicas mensurables
en ambas, incluso en la que no estaba expuesta al estímulo luminoso. Lo que le ocurría a una le
sucedía a la otra, automáticamente y en forma instantánea.
Estos resultados no pueden explicarse si no es a través de la correlación no circunscrita que
ocurre en el ámbito virtual, el nivel del espíritu que conecta, organiza y sincroniza todo. Este campo
ilimitado de inteligencia o conciencia está en todos lados; se manifiesta en todas las cosas. Lo hemos
visto operar en el nivel de las partículas subatómicas —el componente básico de todas las cosas—, y
lo hemos visto conectar a dos personas en un nivel que trasciende las divisiones. Sin embargo, no es
necesario entrar en un laboratorio para ver a esta inteligencia no circunscrita en acción. Las pruebas
están por todos lados, en los animales, en la naturaleza e, incluso, en nuestro cuerpo.


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