sábado, 11 de julio de 2015

La sincronicidad en la naturaleza

Los ejemplos de sincronicidad en la naturaleza son tan frecuentes que los consideramos normales.

Sin embargo, si afinamos la mirada para que observe lo que parece casi imposible, el concepto de sincronicidad comenzará a cobrar sentido. Por ejemplo, mira hacia el cielo en un día de verano y espera a que aparezca una parvada. Al igual que los peces del cardumen que mencioné antes, todas las aves vuelan en formación; cuando cambian de dirección, todas ejecutan los mismos movimientos sincrónicamente. 

Una parvada puede constar de cientos de individuos y, sin embargo, cada uno se mueve en armonía con todos los demás sin que haya un líder. Cambian de dirección en un instante; todas las aves modifican su curso, exactamente en el mismo momento, y lo hacen a la perfección.

Jamás vemos que choquen entre sí en pleno vuelo. Se elevan, giran y descienden de tal manera que parecen un organismo, como si estuvieran recibiendo instrucciones y todos obedecieran al instante. ¿Cómo es posible? No hay tiempo suficiente para ningún intercambio de información, por lo que cualquier correlación de actividad . entre las aves debe ocurrir de manera no circunscrita.

Los físicos han trabajado durante años para descubrir las propiedades que guían los movimientos de las aves, pero hasta ahora han fracasada La complejidad y precisión absoluta del comportamiento de estos animales, invariablemente los deja boquiabiertos. Los ingenieros han estudiado los movimientos de las aves, con la intención de descubrir principios que puedan solucionar los embotellamientos.

Si pudieran utilizar el mecanismo sensorial de las aves y crear a partir de éste pautas para el diseño de carreteras o automóviles, tal vez no volvería a haber accidentes de tránsito. Sabríamos con anticipación qué van a hacer todos los demás autos que están en el camino, en todo momento. Sin embargo, este proyecto nunca tendrá éxito, pues no se puede trasladar al mundo mecánico.

La comunicación instantánea que vemos comúnmente en parvadas y cardúmenes proviene
del nivel espiritual, de la inteligencia no circunscrita y organizadora que reside en el ámbito virtual. El resultado es la sincronicidad: seres totalmente sintonizados con el entorno y con todos los demás, bailando al ritmo del cosmos.

Aunque las aves y los peces ofrecen el ejemplo más asombroso de sincronicidad en la naturaleza, existen tantos ejemplos como criaturas. Todas las criaturas sociales muestran indicios de comunicación no circunscrita, y estudios exhaustivos con insectos y animales gregarios muestran que sus respuestas a las amenazas son inmediatas, más rápidas de lo que cabría esperar de métodos de comunicación normales.
El científico Rupert Sheldrake ha realizado fascinantes estudios de lo que parecen ser casos de comunicación no circunscrita, entre los perros y sus dueños. Las personas y estos animales pueden establecer vínculos estrechos, y Sheldrake ha documentado casos en los que los perros parecen saber cuándo sus dueños están por llegar a casa. 

Desde diez minutos a dos horas antes de que llegue su dueño, el perro se sienta frente a la puerta principal y espera como si anticipara el regreso de su dueño. Los escépticos han dicho que todo esto se explica por los hábitos; que el dueño llega todos los días a la misma hora y que el animal puede escucharlo u olerlo a kilómetros de distancia. 

Sin embargo, estos animales pueden predecir la llegada de sus dueños aun cuando lleguen
a horas inesperadas, en autos distintos, a pie o incluso si el viento sopla en dirección contraría impidiendo que su olor llegue a la casa.

Esto no ocurre con todos los perros ni con todos los dueños,, pero cuando ocurre es un fenómeno poderoso. Hay algo más sorprendente: Sheldrake ha demostrado que los perros pueden percibir las intenciones. Supongamos que el dueño está en París tomando unas vacaciones de dos semanas, y que el perro está en su casa, en Londres. Si el dueño cambia los planes de repente y decide regresar una semana antes, el perro muestra las mismas señales de anticipación una semana antes. 

Tan pronto como el dueño piensa: «Es hora de ir a casa», el perro se levanta de dondequiera que haya estado durmiendo y se sienta frente a la puerta meneando la cola a esperar la llegada de su dueño. Para asegurarse que estas observaciones no sólo eran ilusiones de los dueños, los estudios verificaron las reacciones de perros específicos ante las intenciones de sus dueños de regresar a casa. Se colocaron cámaras en los lugares de la casa en los que era probable que estuviera el perro: su cama, la puerta principal, la cocina.

El dueño partía sin saber adonde iba ni cuándo regresaría; eso lo determinaban los investigadores. Hasta que subía a su auto no recibía instrucciones sobre adonde dirigirse. Luego, en momentos seleccionados al azar, un investigador enviaba al dueño una señal para indicarle que volviera. Se anotaba la hora y se verificaba la reacción del perro en las cintas de video. Cuando él dueño emprendía el regreso, el perro iba a la puerta y esperaba la llegada sin importar dónde estaba aquél, qué hora era ni cuánto tiempo tardaría en llegar a casa.

No hay duda de que algunas personas tienen una conexión muy fuerte con sus perros; están correlacionadas con sus animales. Están sincronizadas. A través de este vínculo, el dueño y el perro experimentan la comunicación no circunscrita. Es sencillo encontrar ejemplos de sincronicidad en el reino animal porque los animales están en contacto con la naturaleza esencial de las cosas. 

Los humanos perdemos este sentido de conexión en un fárrago de preocupaciones por el pago de la renta, la elección del auto que compraremos o cualquier otra distracción. Tan pronto como desarrollamos un ego, un sentido del yo separado de todos los demás, estas conexiones se oscurecen.

Sin embargo, muchas personas experimentan la sincronicidad y no necesariamente practican la meditación. Todos hemos escuchado historias de gemelos idénticos que pueden sintonizarse con facilidad con lo que el otro está sintiendo o pensando. Esta misma clase de conexión puede verse en otros individuos fuertemente vinculados. Una vez estaba hablando con un paciente cuando, de súbito, sintió un dolor penetrante en el abdomen y empezó a revolcarse en el piso. Cuando le pregunté qué había pasado, me contestó: «Sentí como si alguien me hubiera apuñalado aquí». Más tarde supimos que en aquel preciso instante, su madre, que estaba en Filadelfía, había sido asaltada y apuñalada en el abdomen.

El hombre tenía una fuerte conexión con ella; simple y sencillamente era la relación más importante de su vida. Estaban tan sintonizados que, en cierto nivel, su mentalidad era una.
Podríamos decir que estaban inmersos. «Inmersión» es un sinónimo de correlación o sincronización; los científicos lo utilizan frecuentemente para describir algo que está contenido en otra sustancia o fuerza. Por ejemplo, unas partículas pueden estar sumergidas en un líquido y fluir en él. La palabra ayuda a describir cómo las cosas se correlacionan entre sí.

Recuerda: la sincronicidad sólo ocurre cuando las personas, los animales o los objetos tienen una relación estrecha, cuando están inmersos. Por ejemplo, algunos investigadores han estudiado tribus africanas en las que las madres guardan una relación muy cercana con sus hijos. Esta relación surge durante la gestación. En el momento de la concepción la madre elige un nombre y le compone una canción que canta durante todo el embarazo. 

Cuando da a luz, todos los vecinos acuden y la cantan. También lo hacen en las fechas importantes: en su cumpleaños, cuando pasa de ser bebé a niño, durante los rituales de pubertad, cuando se compromete y en su boda. La canción se convierte en el sostén del vínculo original entre madre e hijo; incluso, se prolonga más allá de la muerte cuando se canta en el funeral de la persona. Ésta es la manera en que el hijo es sumergido en el mundo de la madre y de la tribu. Esto forma una conexión tan íntima que si el bebé está entre los arbustos y la madre en el campo, y el primero siente alguna incomodidad, la madre resentirá lo mismo en su cuerpo y en el mismo instante, tal como lo que ocurrió con mi paciente.

Los practicantes de meditación de los que hablé en el capítulo anterior, se conocían y agradaban antes del experimento, pero la meditación hizo que se sintieran aún más inmersos. Uno puede estar conectado socialmente, ser marido y mujer, hermano o hermana, pero para que ocurra la comunicación no circunscrita debe haber una conexión más profunda. Visto de este modo parece terriblemente difícil establecer esta clase de conexión, pero en realidad, todos estamos constantemente en contacto con la inteligencia no circunscrita. El simple hecho de que nuestros cuerpos existan, se debe a la comunicación no circunscrita.

¿Cómo es que algo tan real y sólido como nuestros cuerpos depende de la comunicación no circunscrita? Toma en cuenta que el cuerpo humano está formado por, aproximadamente, cien mil billones de células, unas mil células por cada estrella de la Vía Láctea. Sólo son necesarias  duplicaciones a partir del óvulo fertilizado unicelular para producir esos cien mil billones de células. La primera duplicación produce dos células; la segunda, cuatro; la tercera, dieciséis; y así continúa. Para la quincuagésima duplicación, cuentas con cien mil billones de células en tu cuerpo y se detiene la duplicación.

Todas las células del cuerpo parten de una sola. Ésta se duplica y se duplica, y en algún momento las células experimentan un proceso de diferenciación. El cuerpo humano tiene unos 250 tipos diferentes de ellas, desde la célula adiposa, simple y esférica, hasta la nerviosa, fina y ramificada. Los científicos aún no tienen idea de cómo es que una sola célula termina dividiéndose en tantos tipos diferentes de células, capaces de organizarse para formar d estómago, el cerebro» la piel, los dientes y todas las demás partes altamente especializadas del cuerpo.

Además de cumplir su tarea específica en el cuerpo, cada célula realiza millones de cosas
cada segundo, sólo para mantenerse en funcionamiento: elaborar proteínas, ajustar la permeabilidad de su membrana y procesar nutrientes, por nombrar algunas. Asimismo, cada una debe saber exactamente qué están haciendo todas las demás, pues de otro modo nos desmoronaríamos. El cuerpo humano sólo puede funcionar si opera sincrónicamente y esto ocurre a través de la correlación no circunscrita. ¿De qué otro modo podrían 100 trillones de células —cada una haciendo millones de cosas cada segundo— coordinar actividades para sostener a un ser humano viviente? ¿De qué otra manera podría un cuerpo humano generar pensamientos, eliminar toxinas, sonreír a un bebé —o incluso hacer un bebé—, todo al mismo tiempo?

Si quiero mover los dedos de mis pies, primero necesito el pensamiento de que deseo hacerlo. Éste activa mi corteza cerebral, la cual envía un impulso nervioso a mis piernas a través de la espina dorsal y mueve mis dedos. Esto es milagroso. ¿De dónde salió el pensamiento? Antes de éste no había energía, pero tan pronto como tuve el pensamiento y la intención de mover los dedos, en mi cerebro se generó una tormenta electromagnética controlada que se transmitió a través del nervio y que lo hizo segregar cierta sustancia química. Entonces mis dedos se movieron. 

Ése es un fenómeno muy lineal, mecánico y fecal, excepto por esa primera parte, el pensamiento que originó todo: ¿Cómo generó el cerebro la electricidad? Los científicos entienden los mecanismos del cuerpo: potencial de acción, neurotransmisores, contracciones musculares y todo eso, pero ninguno puede demostrar a través de la experimentación de dónde proviene el pensamiento. El pensamiento no puede verse, pero sin él estaríamos paralizados. Si no hay pensamiento no hay movimiento. De alguna manera nuestra conciencia se convierte en información y energía. ¿Dónde ocurre esto? La respuesta es que el pensamiento se origina en el ámbito virtual.

Nuestro cuerpo actúa de manera sincrónica todo el tiempo. Cuando hay alguna perturbación, por pequeña que sea, éste reacciona en su totalidad. Por ejemplo, supón que no has Comido en todo el día, por lo que tu nivel de azúcar en la sangre empieza a disminuir. Al instante se pone en acción toda una serie de sucesos sincrónicos para elevarlo. El páncreas secreta una hormona llamada glucagón que convierte en glucosa el azúcar almacenada en el hígado, y ésta queda inmediatamente disponible como energía; las células adiposas liberan en él torrente sanguíneo ácidos grasos y glucosa; el sistema nervioso estimula los músculos vinculados al esqueleto para que cedan sus reservas de glucosa. Todo esto ocurre al mismo tiempo. 

Los niveles de insulina descienden y la frecuencia Cardiaca se incrementa para activar la energía. El cuerpo realiza cerca de un millón de tareas para recuperar el nivel normal de azúcar, y ésa es sólo una de las funciones que ocurren simultáneamente. Nada de esto podría ocurrir sin una comunicación no circunscrita, sin que la información se correlacionara a una velocidad mayor a la de la luz, fuera de los limites de la física común. Se ha dicho que está comunicación no circunscrita se establece por la resonancia de la actividad eléctrica del corazón. El corazón tiene un marcapasos que lo mantiene latiendo aproximadamente 72 veces por minuto. Este marcapasos emite una señal eléctrica que provoca la contracción mecánica del corazón. Siempre que hay una corriente eléctrica existe un campo electromagnético que la rodea —los campos electromagnéticos son básicamente fotones que se comportan de determinada manera—. 

Así pues, el corazón emite, con cada latido, su energía electromagnética al resto del cuerpo. Incluso lo emite fuera del cuerpo (si lo amplificáramos, otras personas podrían recibir las señales). La energía se transmite por todo el cuerpo. De este modo, el corazón es el oscilador principal del cuerpo, dueño de un campo electromagnético propio. El corazón genera un campo de resonancia que provoca que cada célula del cuerpo esté inmersa con las demás, por lo que todas están sintonizadas sincrónicamente.

Las células que están dentro del mismo campo de resonancia bailan al mismo son. Las investigaciones muestran que cuando pensamos creativamente, nos sentimos tranquilos o estamos enamorados, estas emociones generan un campo electromagnético coherente que se transmite al resto del cuerpo. También crean un campo de resonancia en el que cada célula del cuerpo se acopla a las demás. Cada una sabe qué están haciendo las demás porque en realidad todas hacen lo mismo, aunque expresen eficientemente sus funciones específicas: las células estomacales elaboran ácido clorhídrico, las células inmunológicas generan anticuerpos, las células pancreáticas producen insulina, etcétera.

En un cuerpo saludable, esta sincronicidad manifiesta una regulación perfecta. Las personas saludables están firmemente atrapadas en estos ritmos. Cuando hay una enfermedad es porque uno de ellos se perturbó. El estrés es lo que produce más trastornos. Si estamos estresados o nos sentimos hostiles, perdemos el equilibrio del cuerpo. El estrés interrumpe la conexión no circunscrita con todo lo demás. Cuando experimentamos un malestar (mal-estar) es porque alguna parte de nuestro cuerpo está empezando a constreñirse, porque se está saliendo del campo de inteligencia no circunscrita.

Hay muchas emociones que pueden perturbar el campo electromagnético del corazón, pero
las que se han documentado con más precisión son la ira y la hostilidad. Una vez que se interrumpe la sincronización, el cuerpo actúa de manera desintegrada. El sistema inmunológico se inhibe, y esto acarrea problemas como mayor susceptibilidad al cáncer, las infecciones y el envejecimiento acelerado. Este efecto es tan marcado que los animales pueden percibirlo. Un perro ladrará y actuará con fiereza en presencia de una persona que alberga hostilidad. A dondequiera que vayamos, transmitimos lo que somos en este nivel íntimo.

Pero nuestra conexión con la inteligencia no circunscrita no termina en los límites corporales. Al igual que el cuerpo, el Universo mantiene un equilibrio que manifiesta a través de ritmos o ciclos. Mientras viaja alrededor del Sol, la Tierra crea los ritmos estacionales. El invierno se convierte en primavera, las aves migran, los peces buscan sus sitios de desove, las plantas florecen, los árboles echan brotes, los ñutos maduran, las aves empollan. Ese simple cambio en la naturaleza, esa ligera inclinación del planeta, inicia una cascada de acontecimientos no circunscritos.

Toda la naturaleza actúa como un solo organismo. Incluso las personas se sienten diferentes en cada estación; algunas tienden a deprimirse en invierno y a enamorarse en primavera. Desde el punto de vista bioquímico, ciertos cambios corporales corresponden al movimiento del planeta. Toda la naturaleza es una sinfonía y formamos parte de ella. Conforme la Tierra gira sobre su eje, nos da los ritmos circadianos. Las criaturas nocturnas despiertan en la noche y duermen durante el día. Las aves buscan alimentos en horas específicas del día, llamadas horas de aves. Nuestros cuerpos también están sincronizados con los ritmos diurnos.

Yo paso la mayor parte del tiempo en California, y sin un esfuerzo consciente de mi parte, mi cuerpose adapta al ritmo californiano de acuerdo con mi zona horaria. Mi cuerpo empieza a anticipar el amanecer, lo que me permite despertar aproximadamente a la misma hora todos los días, y se desacelera en la noche, lo que me ayuda a prepararme para dormir. Durante el sueño, el cuerpo permanece activo; nos lleva a través de varias etapas de sueño y modifica las ondas cerebrales. Las hormonas que controlan y regulan las distintas funciones del cuerpo siguen produciéndose y secretando, pero en cantidades diferentes a las de la vigilia. Cada célula continúa con su millón de actividades distintas mientras la totalidad del cuerpo desarrolla su ciclo nocturno.

En la Tierra sentimos los efectos del sol en el ritmo diurno y los de la Luna en el nocturno,
conforme crece y disminuye el movimiento del satélite. Los ciclos lunares se manifiestan en nuestro cuerpo, lo que nos correlaciona al instante con los movimientos planetarios. El ciclo menstrual de 28 días de las mujeres está influido por la Luna, y hay otros ritmos mensuales más sutiles que afectan el estado de ánimo y la productividad de las personas. Los efectos gravitacionales del Sol y la Luna sobre la Tierra provocan las mareas, las cuales también inciden en nuestros cuerpos. Después de todo, hace millones de años también fuimos habitantes del océano. Cuando nos deslizamos hacia la orilla trajimos algo de él.

Nuestro cuerpo tiene en ochenta por ciento la misma composición química que el océano, y
sigue influido por la fuerza de las mareas. Todos estos ritmos, diurnos, lunares y estacionales están sincronizados entre sí. Hay ritmos que están dentro de otros, y estos a su vez están dentro de otros.

Todos estos toques de tambor resuenan alrededor y dentro de nosotros. No somos ajenos al proceso; somos parte de él, palpitamos con el latido del Universo. La inteligencia no circunscrita está dentro y alrededor de nosotros. Es espíritu, el potencial a partir del cual surge todo. Es la base de nuestro ser; carece de dimensiones, volumen, energía y masa, y no ocupa espacio. Tampoco existe en el tiempo.

Todas las experiencias son proyecciones localizadas de esta realidad no circunscrita, la cual es un potencial singular, única Aquí todo es uno e inseparable. En este nivel más profundo de realidad eres esta inteligencia no circunscrita, un ser universal que se observa a través de un sistema nervioso humano. Así como el prisma divide un rayo de luz en los colores del espectro, la inteligencia no circunscrita, al observarse a sí misma, separa una realidad única en una multitud de apariencias.

Piensa que el Universo es un organismo único y enorme. Su vastedad es una realidad de la
percepción. Aunque veas un gran estadio de fútbol con miles de personas dentro, el fenómeno real es un pequeño impulso eléctrico de tu cerebro que tú, el ser no circunscrito, interpretas como juego de fútbol. El Yoga Vasishta, un antiguo texto védico, afirma: «El mundo es como una gran ciudad reflejada en un espejo». Del mismo modo, el Universo es un enorme reflejo de ti en tu conciencia. Es, en pocas palabras, el alma de todas las cosas.


Evidencias del ámbito virtual

El ámbito virtual no es producto de la imaginación ni del anhelo de una fuerza universal más grande
que nosotros. Aunque los filósofos han discutido y debatido la existencia del espíritu durante miles de
años, no fue sino hasta el siglo XX que la ciencia pudo ofrecer pruebas de la existencia de la
inteligencia no circunscrita. Aunque la siguiente disertación es algo compleja, si la lees completa
estoy seguro de que tendrás la misma sensación de maravilla y emoción que sentí cuando supe de
esta investigación.
Tal como aprendimos en la clase de ciencias, el Universo está formado tanto de partículas
sólidas como de ondas. Nos enseñaron que las partículas eran los componentes básicos de todos los
objetos sólidos del mundo. Por ejemplo, aprendimos que las unidades más pequeñas de materia —
como los electrones del átomo—, eran partículas. Asimismo, nos enseñaron que las ondas como las
del sonido o la luz no eran sólidas. No había confusión entre las dos; las partículas eran partículas y
las ondas, ondas.
Lo que los físicos descubrieron, posteriormente, es que una partícula subatómica es parte de
lo que se conoce como paquete de onda. Aunque las ondas de energía normalmente son continuas,
con cimas y depresiones separadas uniformemente, un paquete de onda es una concentración de
energía.
(Imagina una pequeña pelota de estática con cimas y depresiones rápidas y marcadas que
representan la amplitud de la onda.)

Hay dos preguntas que podemos formular sobre la partícula de este paquete de onda: 1)
¿dónde está?, y 2) ¿cuál es su velocidad? Los físicos descubrieron que podemos hacer una de estas
preguntas, pero no ambas. Por ejemplo, cuando preguntamos dónde está y circunscribimos una
onda-partícula aun lugar, entonces se convierte en una partícula. Si preguntamos cuál es su
velocidad, hemos decidido que el movimiento es el factor más importante y por tanto estamos
hablando de una onda.
De esta manera, de lo que estamos hablando, la onda-partícula ¿es una partícula o una onda?
Depende de cuál de las dos preguntas formulemos. En cualquier momento, esa onda-partícula puede
ser una partícula o bien una onda, pues no podemos conocer su ubicación y su velocidad al mismo
tiempo. De hecho, mientras no midamos su emplazamiento o su velocidad, es partícula y onda al
mismo tiempo. A esto se le conoce como principio de incertidumbre de Heisenberg; se trata de uno
de los conceptos básicos de la física moderna.

Imagina una caja cerrada con una onda-partícula en su interior. Su identidad definitiva no está
determinada hasta que se le observa o mide de alguna forma. En el momento previo a la
observación, su identidad es potencial puro. Es tanto una onda como una partícula y existe sólo en el
ámbito virtual. Después de que tiene lugar la observación o la medición, el potencial se desploma y se
convierte en una entidad única, una partícula o una onda. Dado que normalmente evaluamos el
mundo a través de los sentidos, la idea de que algo puede existir en más de un estado a la vez, se
opone totalmente a lo que nos dice nuestra intuición, pero esa es la magia del mundo cuántico. Un
famoso experimento de pensamiento creado por el físico Erwin Shroedinger muestra los extraños
acontecimientos que son posibles gracias a la física cuántica. Imagina que tienes una caja cerrada
que contiene una onda-partícula, un gato, una palanca y un recipiente con la tapa suelta de comida
para gato. Si la onda-partícula se convirtiera en partícula, pondría en acción la palanca, ésta
levantaría la tapa del recipiente de comida y el gato comería. Si la onda-partícula se convirtiera en
onda, la tapa permanecería en el recipiente. Si abriéramos la caja (y por tanto hiciéramos una
observación), veríamos un recipiente vacío (y un gato feliz), o un recipiente lleno (y un gato
hambriento). Todo depende del tipo de observación que hagamos. Pero ésta es la parte que deja a la
mente atónita: antes de que veamos dentro de la caja y hagamos una observación, el recipiente está
vado y lleno, y el gato está simultáneamente satisfecho y hambriento. En ese momento, ambas
posibilidades existen al mismo tiempo. La observación es la que convierte la posibilidad en realidad.
Por increíble que suene, recientemente, los físicos realizaron un experimento que probó este
fenómeno: demostraron que un átomo cargado y no observado de berilio ¡era capaz de estar en dos
lugares al mismo tiempo!

Quizá lo más difícil de creer es la noción de que dos lugares distintos puede ser producto de la
percepción. En otras palabras, dos sucesos correlacionados y en dos lugares diferentes pueden ser,
de hecho, los movimientos de un solo suceso. Imagina que hay un pez en una pecera y que dos
cámaras de video están grabando sus movimientos. Las dos cámaras se ubican en ángulo recto y
proyectan sus imágenes respectivas en dos pantallas distintas, que están en otra habitación. Tú estás
sentado en esta habitación mirándolas. Observas dos peces diferentes y te sorprende que el
comportamiento de uno se correlaciona inmediatamente con el del otro. Por supuesto, tú no sabes
qué está pasando detrás de las cámaras. Si lo supieras, verías que se trata de un sólo pez. Si
colocáramos muchas cámaras en ángulos distintos y proyectáramos sus imágenes en diferentes
pantallas en la misma habitación, te sorprendería la correlación de los diferentes peces al instante.
Los grandes visionarios de las tradiciones místicas sugieren que lo que experimentamos todos
los días es una realidad proyectada, en la que los acontecimientos y las cosas sólo están separadas
en el tiempo y el espacio, de manera aparente. En el reino más profundo, todos somos miembros del
mismo cuerpo y cuando una parte del cuerpo se mueve, todas las demás son afectadas al instante.
Los científicos también proponen un nivel de existencia llamado hiperespacio octodimensional
de Minkowsky. En esta dimensión, concebida matemáticamente, la distancia entre dos sucesos, sin
importar cuan distantes puedan parecer en el espacio y el tiempo, siempre es igual a cero. A su vez,
esto sugiere una dimensión de existencia en la que todos somos inseparablemente uno. La
separación puede ser sólo una ilusión. El enamoramiento en cualquiera de sus formas tiene la
capacidad de empezar a destruir esa ilusión.
Como la observación es la clave para definir a la onda-partícula como una sola entidad, Niels
Bohr y otros físicos creyeron que la conciencia era la única responsable de la mutación de la ondapartícula.
Por tanto, puede decirse que sin conciencia nada estaría definido, todo existiría sólo como
paquetes de energía potenciales o potencial puro.
Éste es uno de los puntos clave de este libro. Permíteme repetirlo porque es muy importante:
Sin la conciencia como observadora e intérprete, todo existiría sólo como potencial puro. Ese
potencial puro es el ámbito virtual, el tercer nivel de existencia. No está circunscrito; es inagotable,
infinito y abarca todas las cosas. La utilización de ese potencial es lo que nos permite hacer milagros.
Milagros no es una palabra suficientemente elocuente. Permíteme volver a la física para describir
cómo la ciencia ha documentado algunos de los asombrosos . hechos que pueden ocurrir desde
este nivel de potencial.

Intrigado e inquieto por las posibilidades abiertas por la física cuántica, Albert Einstein diseñó
15
su propio experimento mental: imagina dos ondas-partículas idénticas que son disparadas en
direcciones opuestas. ¿Qué ocurre si preguntamos sobre la ubicación de la onda-partícula A y sobre
la velocidad de la onda-partícula B? Recuerda: ambas son idénticas, por lo que cualquier cálculo que
se haga sobre una, será válido para la otra, por definición. El conocimiento de la ubicación de la
onda-partícula A (que por lo tanto se ha convertido en partícula) nos indica simultáneamente la
ubicación de la onda-partícula B, que por lo mismo se convierte también en partícula.
Las consecuencias de este experimento mental, que se ha verificado matemática y
experimentalmente, son enormes. Si la observación de la onda-partícula A afecta a la onda-partícula
B, entonces hay una conexión o comunicación no circunscrita en la que se intercambia información a
una velocidad mayor que la de la luz, sin el intercambio de energía. Esto se opone totalmente al
sentido común. A este experimento mental se le conoce como paradoja Einstein-Podolsky-Rosen.
Los experimentos de laboratorio han demostrado que las leyes de la física cuántica son válidas y que
la comunicación o conexión no circunscrita es una realidad.
Permíteme intentar ilustrar la magnitud de este punto con un ejemplo que es un poco
exagerado, pero que tiene lugar en el mundo físico, por lo que sus efectos son más fáciles de
concebir. Imagina que una empresa envía simultáneamente dos paquetes idénticos, uno a mi
domicilio en California y otro a tu casa. En cada una de las cajas hay una onda-partícula
correlacionada y no observada: potencial puro. Tú y yo recibimos y abrimos los paquetes
exactamente al mismo tiempo. Justo antes de cortar la cinta y abrir las tapas, yo creo una imagen
mental de lo que quiero que contenga la caja. Cuando la abro, descubro que contiene justo lo que
imaginé: un violín. Pero ésa es sólo la mitad del milagro. Cuando tú abres tu caja, ¡también contiene
un violín! Cuando yo imaginé lo que quería que contuviera la caja, las ondas-partículas adoptaron una
forma específica, y mi imaginación afectó la onda-partícula dé tu paquete. Podríamos repetir este
experimento una y otra vez, y siempre obtendríamos el mismo resultado: 16 que yo imaginara para mí
sería igualado para ti en ese preciso instante. Y no sólo puedo influir en la forma de un grupo de
ondas-partículas, sino que, de alguna manera, éstas son capaces de comunicar a través de la
distancia entre mi casa y la tuya, la forma que están tomando a una velocidad mayor que la de la luz.
A esto se refiere la comunicación o correlación no circunscrita.

En una prolongación de esta investigación, también se demostró la existencia de la comunicación no
circunscrita en las personas. En el famoso experimento Grinberg-Zylberbaum, publicado en 1987, los
científicos utilizaron un aparato llamado electroencefalógrafo para medir las ondas cerebrales de
parejas que meditaban juntas. Descubrieron que algunas parejas mostraban una fuerte correlación
entre sus patrones de ondas cerebrales, lo que sugería un estrecho vínculo o relación mental. Estas
personas podían identificar, cuando se percibían en comunicación directa con la otra, información que
era confirmada por las máquinas que medían sus ondas cerebrales. A estas parejas estrechamente
vinculadas se les pidió que meditaran juntas, una al lado de la otra, durante veinte minutos.
Después, una de ellas se trasladaba a otra habitación, cerrada y aislada. Una vez ubicadas,
cada una en una habitación distinta, se les pidió que intentaran establecer comunicación directa con
la otra. La persona que había sido trasladada era estimulada en su habitación con brillantes destellos
de luz, que causaban en sus ondas cerebrales pequeños picos llamados potenciales provocados.
Pero lo fascinante de este experimento es que la persona que no estaba expuesta a la luz, también
mostraba pequeños picos en sus ondas cerebrales que correspondían a los potenciales provocados
de la que estaba expuesta a los destellos. Así pues, estas dos personas estaban conectadas en un
nivel profundo por medio de la meditación, y esa conexión provocaba reacciones físicas mensurables
en ambas, incluso en la que no estaba expuesta al estímulo luminoso. Lo que le ocurría a una le
sucedía a la otra, automáticamente y en forma instantánea.
Estos resultados no pueden explicarse si no es a través de la correlación no circunscrita que
ocurre en el ámbito virtual, el nivel del espíritu que conecta, organiza y sincroniza todo. Este campo
ilimitado de inteligencia o conciencia está en todos lados; se manifiesta en todas las cosas. Lo hemos
visto operar en el nivel de las partículas subatómicas —el componente básico de todas las cosas—, y
lo hemos visto conectar a dos personas en un nivel que trasciende las divisiones. Sin embargo, no es
necesario entrar en un laboratorio para ver a esta inteligencia no circunscrita en acción. Las pruebas
están por todos lados, en los animales, en la naturaleza e, incluso, en nuestro cuerpo.


El ámbito no circunscrito

El tercer nivel de existencia es la inteligencia o conciencia. Se le ha llamado ámbito virtual, ámbito espiritual, campo de potencial, ser universal o inteligencia no circunscrita. Aquí es donde la información y la energía surgen de un mar de posibilidades. El nivel más fundamental y básico de la naturaleza no es material.

Ni siquiera es un caldo de energía e información; es potencial puro. Este nivel de realidad no circunscrita opera más allá del espacio y el tiempo porque sencillamente no existen en él. Lo llamamos no circunscrito porque no puede confinarse a un lugar.

No está en ti ni fuera de ti; simplemente es. La inteligencia del ámbito espiritual es la que organiza el caldo de energía en entidades conocibles. Es lo que agrupa las partículas cuánticas en átomos, los átomos en moléculas, las moléculas en estructuras. Es la fuerza organizadora que está detrás de todas las cosas. Puede ser difícil asimilar este concepto. Una manera relativamente sencilla de pensar este ámbito consiste en reconocer la naturaleza dual de tus pensamientos. 

Mientras lees estas palabras, tus ojos están viendo la impresión en la página, tu mente está traduciendo la impresión a símbolos —letras y palabras— y tratando de deducir su significado. Pero reflexiona un momento: ¿quién es el que está leyendo?, ¿qué es esa conciencia que está detrás de tus pensamientos? Date cuenta de la dualidad de estos procesos internos. Tu mente está ocupada decodificando, analizando y traduciendo.

Entonces, ¿quién está leyendo en realidad? Con este ligero cambio en tu atención podrás darte cuenta de que existe una presencia interna, una fuerza que siempre vive las experiencias. Ésta es el alma o inteligencia no circunscrita, y su vivencia tiene lugar en el nivel virtual.


Así como la información y la energía forjan el mundo físico, este ámbito no circunscrito crea y ordena la actividad de la información y la energía. De acuerdo con el doctor Larry Dossey, exitoso escritor y estudioso de la metafísica, los acontecimientos no circunscritos tienen tres importantes características que los distinguen: están correlacionados de manera independiente, absoluta e inmediata. 

Analicemos brevemente lo que quiere decir con esto. El comportamiento de dos o más acontecimientos subatómicos no está determinado por las leyes de causa y efecto; significa que un suceso no es la causa de otro, aunque el comportamiento esté correlacionado o coordinado inmediatamente con éste. 

En otras palabras, parecen bailar al mismo son, aunque no están comunicándose entre sí en el sentido convencional. Éste es el significado de independiente. La correlación entre los acontecimientos no circunscritos es absoluta, lo que significa que la firmeza de la correlación permanece intacta, a pesar de la distancia en tiempo y espacio. 

Por ejemplo, si tú y yo estuviéramos hablando en una habitación, mi voz sonaría muy diferente que si estuviéramos en aceras opuestas en una calle. A esta distancia, mi voz sonaría mucho más débil, en el caso de que pudieras oírme. Si estuvieras en el ámbito no circunscrito, me escucharías claramente sin importar que yo estuviera parado a tu lado, al otro lado de la calle, a un kilómetro de distancia o, incluso, en otro continente.

Finalmente, inmediato significa que los acontecimientos no circunscritos no requieren tiempo de traslado. Todos sabemos que la luz y el sonido viajan a velocidades distintas y por eso vemos el relámpago a la distancia antes de escuchar el trueno. Con los sucesos no circunscritos no hay tal retraso, pues las correlaciones de este tipo no obedecen a las leyes de la física clásica.

NO hay señal, no hay luz y no hay sonido. No hay nada que tenga que trasladarse. Las correlaciones entre los acontecimientos que suceden en el nivel no circunscrito o virtual, ocurren al instante, sin causa y sin debilitarse a través del tiempo o la distancia. La inteligencia no circunscrita está en todas partes a la vez, y puede causar múltiples efectos simultáneos en varios lugares.

Es desde este ámbito virtual desde donde todas las cosas están organizadas y sirneronizadas. Por lo tanto, ésta es la fuente de las coincidencias, que son tan importantes para el sincrodestino. Cuando aprendes a vivir desde este nivel, puedes cumplir espontáneamente todos tus deseos. Puedes hacer milagros.


El ámbito cuántico

En el segundo nivel de existencia, todo consiste en información y energía. Se le llama ámbito cuántico. En este nivel todo es insustancial, lo que significa que no puede tocarse ni percibirse con ninguno de los cinco sentidos. Tu mente, tus pensamientos, tu ego y la parte de ti que normalmente consideras que es tu ser, son parte del ámbito cuántico. Estas cosas carecen de solidez; sin embargo sabes que tu ser y tus pensamientos son reales. 

Aunque es más fácil pensar el ámbito cuántico en términos de la mente, engloba mucho más. De hecho, todo lo que existe en el universo visible es una manifestación de la energía y la información del ámbito cuántico. El mundo material es un subconjunto del mundo cuántico.

Otra manera de explicarlo es que todo lo existente en el ámbito físico está hecho de
información y energía. En la famosa ecuación de Einstein, E = MC2, sabemos que la energía (E) es igual a la masa (M) por la velocidad de la luz (C) al cuadrado. Esto nos dice que la materia (masa) y la energía son la misma cosa, pero en manifestaciones diferentes: energía es igual a masa.

Una de las primeras lecciones de ciencia que nos enseñan en la escuela es que todo objeto
sólido está hecho de moléculas, y que éstas están formadas por unidades todavía más pequeñas llamadas átomos. Nos explican que esta silla, aparentemente sólida, en la que estamos sentados, está hecha de átomos tan pequeños que no pueden verse sin la ayuda de un poderoso microscopio.

Luego aprendemos que los pequeños átomos están formados por partículas subatómicas que carecen de solidez. Son literalmente paquetes u ondas de información y energía. Esto significa que en este segundo nivel de existencia, la silla en la que estás sentado no es otra cosa que energía e información.

Este concepto puede ser difícil de asimilar al principio. ¿Cómo es posible que unas ondas
invisibles de energía e información se perciban como objetos sólidos? La respuesta es que los sucesos en el ámbito cuántico ocurren a la velocidad de la luz; y a esa velocidad, nuestros sentidos simplemente no pueden procesar todo lo que influye en nuestra experiencia sensible.

Percibimos los objetos diferentes entre sí porque las ondas de energía contienen y determinan la frecuencia o vibración de diferentes tipos de información. Es como escuchar la radio. Si sintonizamos el 101.5 de FM, por ejemplo, tal vez escuchemos sólo música clásica. Si cambiamos a una frecuencia de ondas de radio ligeramente distinta, por ejemplo al 101.9 de FM, quizá escuchemos rock and roll.

En función de cómo vibra, la energía está codificada para transmitir información diferente.
De esta manera, el mundo físico, el mundo de los objetos y la materia, está hecho de
información contenida en una energía que vibra a distintas frecuencias. La razón por la que no vemos el mundo como una enorme red de energía es porque vibra demasiado rápido. Nuestros sentidos, que funcionan lentamente, sólo pueden registrar trozos de esta energía y actividad, y estos conglomerados de información se convierten en la silla, en mi cuerpo, en el agua y en todos los demás objetos físicos del universo visible.

Esto es similar a lo que ocurre cuando vemos una película. Como sabes, una película está
hecha de fotogramas individuales separados por franjas. Si viéramos la película en el carrete en una sala de proyección, veríamos los fotogramas y las separaciones. Sin embargo, cuando vemos la película, los fotogramas pasan tan rápido que nuestros sentidos no perciben la discontinuidad. Los percibimos como un flujo constante de información.

En el ámbito cuántico, los trozos de campos de energía que vibran a diferentes frecuencias, y que percibimos como objetos sólidos, forman parte de un campo de energía colectivo. Si pudiéramos percibir todo lo que ocurre en el ámbito cuántico, veríamos que formamos parte de un gran caldo de energía y que todas las cosas, cada uno de nosotros y todos los objetos del ámbito físico, son sólo un conglomerado de energía que flota en este caldo de energía.

En todo momento, tu campo de energía está en contacto con el de todos los demás e influye en él; todos respondemos a esa experiencia. Todos somos expresiones de esta energía e información. En ocasiones podemos sentir esta conexión. La sensación normalmente es sutil, pero a veces es tangible. La mayoría hemos tenido la experiencia de entrar en una habitación y sentir que la tensión es tal que puede cortarse con un cuchillo, o de estar en una iglesia o un lugar sagrado y sentirnos inundados por una sensación de
paz. 

Esto es porque la energía colectiva del entorno se mezcla con la nuestra y lo percibimos en
algún nivel. En el ámbito físico también intercambiamos constantemente energía e información. Imagina que estás parado en la calle y hueles el humo del cigarrillo de una persona que camina a una cuadra de distancia. Eso significa que estás inhalando el aliento de esa persona a cien metros de distancia.

El olor es sólo un indicador que te informa que estás inhalando el aliento de otra persona. Si el indicador no estuviera ahí, si la persona no estuviera fumando, de todos modos estarías inhalando su aliento, sólo que sin el humo de cigarrillo no te darías cuenta. ¿Y qué es el aliento? Es el bióxido de carbono y el oxígeno que proviene del metabolismo de cada célula del cuerpo de ese extraño. Eso es lo que estás inhalando, del mismo modo que otras personas inhalan tu aliento.

Así pues, de manera constante, intercambiamos partes de nuestro ser, moléculas físicas y mensurables de nuestros cuerpos. En un nivel más profundo, en realidad no hay límites entre nuestro ser y el Universo. Cuando tocamos un objeto, lo sentimos sólido, como si hubiera un límite definido entre éste y nosotros. Los físicos dirían que percibimos la solidez de ese límite porque todo está hecho de átomos, que la solidez es la sensación que obtenemos cuando los átomos chocan contra otros átomos.

Pero piensa qué es un átomo. Los átomos constan de un pequeño núcleo y una gran nube de electrones que lo rodean. No hay un caparazón rígido en su exterior, sólo una nube de electrones. Para visualizarlo, imagina un cacahuate en medio de un estadio de fútbol. El cacahuate representa el núcleo, y el estadio, el tamaño de la nube de electrones que lo rodea. Cuando tocamos un objeto, percibimos solidez al contacto de las nubes de electrones.

Ésa es nuestra interpretación de la solidez, dada la sensibilidad (o relativa insensibilidad) de nuestros sentidos. Los ojos están programados para ver los objetos como tridimensionales y sólidos. Las terminales nerviosas están programadas para sentir los objetos como tridimensionales y sólidos. Sin embargo, en la realidad del ámbito cuántico, la solidez no existe. ¿Hay solidez cuando chocan dos nubes? No. Se funden y se separan. Algo similar ocurre cuando tocas un objeto. 

Tus campos de energía (y nubes de electrones) chocan, algunas porciones pequeñas se funden y luego te separas. Aunque te percibes como un todo, has cedido un poco de tu campo de energía al objeto y a cambio obtienes un poco de la suya. Con cada encuentro
intercambiamos información y energía, y cuando nos separamos nos transformamos un poco.

Aquí podemos comprobar también cuan conectados estamos con el mundo físico. Constantemente compartimos porciones de nuestros campos de energía, por lo que todos, en este nivel cuántico, en el nivel de nuestras mentes y seres, estamos conectados. Todos estamos correlacionados con los demás.

Así pues, sólo en la conciencia, nuestros limitados sentidos crean un mundo sólido a partir de la energía e información puras. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos ver en el ámbito cuántico, si tuviéramos ojos cuánticos? Veríamos que todo lo que consideramos sólido en el mundo físico, entra y sale de un vacío infinito a la velocidad de la luz. Tal como la secuencia fotograma-franja de las películas, el Universo es un fenómeno de encendido-apagado. La continuidad y solidez del mundo existen sólo en la imaginación alimentada por sentidos que no pueden discernir las ondas de energía e información que conforman el nivel cuántico de la existencia. En realidad, todos entramos y salimos de la existencia continuamente. 

Si pudiéramos afinar nuestros sentidos, veríamos los huecos de nuestra existencia. Estamos aquí, luego no estamos y luego volvemos otra vez. Sólo nuestra memoria mantiene la sensación de continuidad. Existe una analogía que puede ilustrar este punto. Los científicos saben que los caracoles necesitan, aproximadamente, tres segundos para registrar la luz. Imagina que un caracol me está viendo y que salgo de la habitación y realizo una proeza en tres segundos: robo un banco y regreso. En lo que al caracol concierne, nunca salí del cuarto; podría llevarlo a la corte y rendiría un testimonio perfecto. Para el caracol, el tiempo que estuve fuera del cuarto caería dentro de uno de esos huecos
entre los fotogramas de la existencia discontinua. Su sentido de continuidad, suponiendo que tuviera, simplemente no registraría el hueco de tiempo.


Así pues, la experiencia sensorial de todos los seres vivos es una construcción perceptiva artificial, creada en la imaginación. Hay un relato zen sobre dos monjes que observan una bandera ondear en el viento. Uno dice: «La bandera está ondeando» y el otro afirma: «No, el viento se está moviendo». Su maestro se acerca y uno le pregunta: «¿Quién tiene razón? Yo digo que la bandera se está moviendo; él dice que es el viento el que se mueve». El maestro contesta: «Ambos están equivocados. Sólo la conciencia se está moviendo; cuando la conciencia se mueve, crea el mundo con su imaginación».


La mente es un campo de energía e información. Las ideas también son energía e información. Tú has imaginado tu cuerpo y el resto del mundo físico, al percibir el caldo de energía como un conjunto de entidades físicas separadas. Pero ¿de dónde proviene la mente que imagina esto?


El ámbito físico

El primer nivel de existencia es el físico o material, el universo visible. Es el mundo que mejor conocemos, al que llamamos mundo real Contiene materia y objetos con límites precisos, todo lo tridimensional y lo que percibimos con los cinco sentidos: lo que podemos tocar, ver, escuchar, sentir, probar u oler. Incluye nuestros cuerpos, el viento, la tierra, el agua, los gases, los animales, los microbios, las moléculas y las páginas de este libro.

En el ámbito físico, el tiempo parece fluir en una línea tan recta que la llamamos flecha del tiempo; ésta va del pasado al presente y al futuro. Lo anterior significa que todo lo que hay en el ámbito físico tiene un principio y un final; por lo tanto, es pasajero. Los seres sensibles nacen y mueren. Las montañas se elevan desde el núcleo líquido del planeta, y la lluvia y el viento incesante las erosionan.

El mundo físico está gobernado por leyes inmutables de causa y efecto, por lo que todo es
predecible. La física newtoniana nos permite predecir acciones y reacciones; de modo que, cuandouna bola de billar golpea a otra con una velocidad y en un ángulo específicos, podemos anticipar exactamente qué ruta seguirá cada una sobre la mesa. Los científicos pueden calcular con precisión cuándo ocurrirá un eclipse solar y cuánto durará. Toda la comprensión de sentido común que tenemos del mundo proviene de lo que sabemos de este ámbito físico.


La promesa del potencial ilimitado

Desde el momento en que tomamos conciencia del mundo que nos rodea, nos preguntamos cuál es nuestro lugar en él. Estas preguntas son perennes: ¿por qué estoy aquí?, ¿cuál es mi sitio en el Universo?, ¿cuál es mi destino? De niños, imaginamos el futuro como una hoja en blanco en la que podemos escribir nuestra historia. 

Las posibilidades son infinitas y nos sentimos llenos de energía por la promesa del descubrimiento y el placer de vivir inmersos en tanto potencial. Sin embargo, conforme crecemos, «comprendemos» nuestras limitaciones y nuestra visión del futuro se constriñe.
Lo que una vez elevó la imaginación, ahora es un lastre de temor y ansiedad; lo que una vez pareció ilimitado, se vuelve estrecho y nebuloso.

Existe una forma de recuperar la vertiginosa dicha del potencial inagotable. Todo lo que se
necesita es comprender la verdadera naturaleza de la realidad, la disposición para aceptar la interrelación e indivisibilidad de todas las cosas. 

Después, con la ayuda de técnicas específicas, comprobarás cómo el mundo se abre para ti, y la buena suerte y las oportunidades, que de vez en cuando surgían, ocurrirán con más y más frecuencia. ¿Qué tan poderoso es el sincrodestino? 

Imagina que estás en un cuarto totalmente a oscuras y que tienes una linterna en la mano. Enciendes la linterna y ves que hay una hermosa pintura que cuelga de la pared. Tal vez pienses: «Es una obra de arte maravillosa, pero ¿es todo lo que hay?» En ese momento, el cuarto se ilumina desde arriba.

Miras a tu alrededor y descubres que estás en un museo de arte, rodeado por cientos de pinturas, cada una más hermosa que la anterior. Conforme estas posibilidades se revelan, te das cuenta de que tienes una cantidad colosal de obras de arte que puedes estudiar y amar.
Dejas de estar limitado a ver sólo una pintura iluminada por la débil luz de una linterna. Ésta es la promesa del sincrodestino. Éste enciende las luces; nos da la capacidad de tomar decisiones auténticas, en vez de ir por la vida adivinando ciegamente; nos permite ver significado en el mundo, comprender la conexión o sincronicidad de todas las cosas, elegir la clase de vida que queremos vivir y cumplir nuestro destino espiritual.

El sincrodestino permite transformar nuestras vidas de acuerdo con lo que queremos. El primer paso para vivir de este modo consiste en entender la naturaleza de los tres niveles de existencia.